Una vida antropológica. Las enseñanzas heurísticas del maestro Pancho
Abstract
El politólogo que soy aprendió mucho de François Lartigue. Lo
conocí en 1995. Fueron casi 20 años de convivencia y colaboración.
No creo exagerar al decir que gran parte de mi conversión a la
antropología se la debo al maestro y amigo Pancho. Me abocaré en este
texto a precisar cuáles fueron las enseñanzas que recibí de él durante
las dos últimas décadas, pero a modo de introducción quiero hacer
hincapié en lo que, a mi parecer, distinguió a Pancho de los demás
mentores y colegas que he conocido desde que me dedico al quehacer
investigativo: Pancho llevó una vida antropológica, para retomar la expresión
que a menudo usan los filósofos para referirse a sus congéneres
cuando éstos logran articular la praxis y el discurso —por ejemplo, Onfray
(2012)—. Pancho hizo de la antropología no sólo un oficio, también
un art de vivre. ¡Y lo gozó! De cierta forma, contagió a algunos de los
que lo frecuentaron por su manera integral, intensa, constante y entusiasta
de ir por la vida preguntando, observando, cuestionando, interpretando,
escuchando, provocando. De ese método socrático sui
géneris extraeré cinco rasgos que deben subyacer al quehacer investigativo
en cualquiera de las ciencias sociales. Son las enseñanzas que me
ha dejado Pancho.
Origin : Publisher files allowed on an open archive